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domingo, 2 de octubre de 2011

INDIGNACION

Verónica es activa en el hogar y en el círculo infantil que, para ella, es su escuela. Carmen hace solo dos meses que vino al mundo y aprende a gorgojear mezclando en sus labios una leve sonrisa.  Ambas reciben diariamente mensajes de alegría y felicidad de quienes las rodean como padres, familiares cercanos o amigos.
Concebir la llegada de un hijo es un acto de pura creación premiado de mucho amor y felicidad.
La responsabilidad que asumimos para con nuestros hijos en su formación y educación  requiere de una inmensa dedicación. Esta comienza en la cuna, el hogar y la escuela. Verlos crecer forjando su carácter, temperamento y capacidad bajo los valores más nobles ejemplificados por sus padres en primer orden, seguidos de los maestros, es momento de satisfacción.
Es inconcebible y causa indignación saber que en el mundo hay cientos de miles de niños que apenas tienen un hogar, una escuela o un pedazo de pan para llevarse a la boca. Y más aún cuando hace nueve días leemos en Internet que en el Reino Unido dos niños de ocho años escenificaron una pelea, sin medios de protección y enjaulados, ante más de dos centenares de espectadores que pagaron para ver el “espectáculo”, organizado en el condado de Lancashire, en el Club Laborista Greenlands de Preston, sitio en el cual además se sirven bebidas alcohólicas y se pasean junto a las jaulas mujeres ligeras de ropa.
Es indigno que existan padres que hayan traído hijos a este mundo para tales “espectáculos”. Prefiero pensar en las niñas y niños que en nuestra pequeña Isla vistiendo sus uniformes rojiblancos tienen asegurada su educación o los que van de las manos de sus padres jugando y  divirtiéndose en plazas y parques. Pienso en Carmen y Verónica quienes vinieron a la vida en una sociedad donde el niño, como dijera Martí, es la esperanza del Mundo. 

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