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martes, 12 de junio de 2012

LAGRIMEAN LOS GUANTES


Las cuerdas y el cuadrilátero están de luto. Teo colgó los guantes en un combate desigual provocado por una cardiopatía isquémica a los 60 años de edad. El poderoso Teófilo Stevenson Lawrence, gloria del deporte revolucionario cubano, no quería abandonar la pelea porque es de los que mueren con las botas puestas. Su derecha en esta ocasión no tuvo tiempo de sacarla para colocarla directa al mentón del contrario y ganar como tantas veces lo hizo. Se cuenta que una vez fue invitado por el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros para integrar una delegación que lo acompañaría a Brasil y dijo que no podía ir. Cuando indagaron las causas expresó que no tenía un par de zapatos que ponerse. El campeón integró la delegación y acompañó al Comandante en Jefe. Su fidelidad a Fidel y a la Revolución lo caracterizó siempre. Le ofrecieron un millón de USD y la respuesta fue tajante: “Prefiero el cariño de ocho millones de cubanos. Y no cambiaría mi pedazo de Cuba ni por todo el dinero que me puedan ofrecer”. Su corazón quebró, pero el nombre de este campeón de campeones, su humildad y hazaña deportiva quedará por siempre en miles de corazones cubanos. La ultima vez que lo vi fue entre la multitud de ese mismo pueblo de donde surgió, desfilando por la Plaza de la Revolución el último Primero de Mayo.

viernes, 8 de junio de 2012

EL HORROR DE LA GUERRA


La guerra de Vietnam fue la última donde los corresponsales de guerra pudieron trabajar con soltura. Desde entonces el Gobierno Norteamericano ha impedido que quienes reportan la guerra trabajen de acuerdo a sus intereses. Se creó una nueva “agencia”: el Pentágono. Y en la guerra genocida que llevan en Irak, los preparan con antelación y después los empotran junto a las unidades, para tener bien controlada la información y quienes están fuera del juego, reciben como premio lo sucedido a los periodistas que se ubicaban en el Hotel Palestina. Recordemos al cámara español José Couso y al resto de sus colegas. Nunca es tarde para apreciar una buena foto. Comparto con ustedes la información aparecida en BBC Mundo.
Es una de las fotos que han marcado el siglo XX. Una imagen que congeló para siempre el sufrimiento de una niña y el horror de la guerra.
El 8 de junio de 1972, un avión de Vietnam del Sur (todos saben que fue norteamericano y piloteado por los yanquis) bombardeó con napalm la población de Trang Bang. Allí se encontraba Kim Phuc con su familia. Con su ropa en llamas, la niña de nueve años corrió fuera de la población. Cuando sus ropas ya habían sido consumidas, el fotógrafo Nick Ut registró la famosa imagen y salvó su vida.
El fotógrafo tenía 20 años cuando captó la imagen que recorrió el mundo y cambió la percepción de la guerra en Vietnam. Una imagen de la que se ha dicho que "nunca envejece".
Desde Los Ángeles, donde trabaja para la agencia Associated Press, Nick Ut conversó en forma exclusiva con Alejandra Martins de BBC Mundo.
Nick en Vietnam

¿Qué recuerda del día en que tomó la foto?
Me acuerdo del 8 de junio de 1972. Fui muy temprano en la mañana a la carretera número 1 hacia la aldea de Trang Bang. Llegué a las siete de la mañana, vi intensos bombardeos y combates entre los ejércitos de Vietnam del Norte y Vietnam del Sur y tomé muchas fotografías. En la tarde fue cuando de pronto lanzaron cuatro bombas de napalm sobre la aldea, cerca de la casa de Kim Phuc.
Empecé a ver columnas de humo y mucha gente que salía corriendo. Vi una señora mayor que corría con un bebé en brazos. El bebé había muerto en sus brazos, corría y decía, ¡por favor ayúdenme, por favor ayúdenme!
Entre el humo negro vi a Kim Phuc que corría gritando "¡demasiado caliente! ¡demasiado caliente!, y tomé muchas fotografías. No quería que muriera, dejé mi cámara a un lado, la levanté, le di un poco de agua y la llevé en mi auto al hospital para tratar de salvar su vida. Sabía que si la dejaba allí moriría.
Tenemos entendido que muchos fotógrafos, cuando Kim Phuc pasó corriendo, estaban rebobinando sus cámaras, pero usted tenía una cuarta cámara de reserva en su bolso, algo que siempre acostumbraba.
Así es. Cuando pasó la señora mayor con el bebé, todos los fotógrafos tomaron muchísimas fotos y las cámaras hace treinta años no eran como las de ahora. Cuando Kim apareció corriendo, muchos fotógrafos estaban rebobinando el rollo.
Un buen amigo mío, David Bennard, de la revista Life, cuando vio que yo saqué una foto me dijo "Nicki, cuando te vi con tu cámara, me di cuenta de que me había perdido algo grande".
Nick años después.

¿Que sintió como fotógrafo, entre, por un lado, la urgencia de fotografiar y hacer que la imagen se publique cuanto antes y, por el otro, el deseo de ayudar a la niña?
Cuando la vi me dije, ¡Dios mio. No quiero que muera! Yo me dije, no voy simplemente a regresar a Saigón (hoy ciudad Ho Chi Min), antes quiero salvar una vida, le di agua y la cubrí con un poncho, luego la llevé al hospital y les pedí a los doctores que la ayudaran.
En la guerra en Vietnam los médicos veían gente morir cada día. Yo les dije, esta niña tendrá un gran impacto en los medios, ayúdenla, no la dejen morir.
¿Qué pasó cuando llegó a la oficina de Associated Press (AP)?
Luego del hospital fui inmediatamente a la oficina y con un técnico comenzamos a ver las imágenes en el cuarto oscuro. Sabía que había tomado una buena fotografía, pero nunca se sabe, podía haber habido un problema con la película.
De pronto vi en el negativo que la imagen podía distinguirse con mucha claridad. Me puse las manos en la cabeza y dije ¡Dios mío, es una gran foto! Imprimimos una copia pequeña para que la viera mi jefe.
Sabemos que la foto fue descartada en un primer momento porque no se publicaban fotos con desnudos frontales.
Cuando mi editor Carl Robinson vio la foto me dijo "Nick, no podemos publicarla en Estados Unidos, por el desnudo". Pero esperamos a que llegara el jefe de la oficina, Horst Faas, quien me preguntó que había pasado. Le dije que había habido un ataque con napalm que había quemado las ropas de las víctimas.
Cuando Horst vio la imagen de Kim Phuc le dijo a Carl: "Enviemos esta foto inmediatamente, ahora mismo, no me importa lo que digan".
Cuando la foto se publicó en Estados Unidos tuvo un tremendo impacto. ¿Qué sintió usted en ese momento?
Me sentí muy feliz y pensé en mi hermano, que también era fotógrafo de AP y murió en la guerra en 1965. Tenía 28 años.
¿Cuantos años tenía usted cuando tomó la foto?
Yo tenía 20 años. Mi hermano siempre me contaba historias de la guerra. No quería que la gente siguiera muriendo. Creía en el poder de las fotografías, me decía, si el mundo ve lo que está sucediendo en Vietnam querrá poner fin a la guerra.
Luego de que mataron a mi hermano, yo pensaba, algún día tomaré fotografías. Tenía 14 años cuando AP me dio un trabajo luego de la muerte de mi hermano.
¿Quién le enseñó a usar una cámara? ¿Fue su hermano?
Cuando vivía con mi hermano, él me mostraba cómo usar diferentes cámaras, Leika, Nikon. Él me enseñó fotografía. Y me decía, "Nick, en la guerra se necesitarán más fotógrafos jóvenes como tú". Él siempre estaba viajando con distintas misiones. Cuando volvía me mostraba lo que había hecho. Luego de la muerte de mi hermano, seguí aprendiendo más por mi mismo.
La foto de Kim Phuc muestra con gran poder el sufrimiento causado por la guerra y aún hoy trae lágrimas a los ojos de muchos. ¿Qué sintió usted como vietnamita al ver esa imagen del sufrimiento de todo un país?
La foto tuvo un impacto profundo en mí. Hasta hoy en día la gente habla de esa foto y a donde voy con mis cámaras muchos saben quien soy. Voy a Vietnam cada año, y ahí la gente me dice, "Nick, tu foto cambió la guerra". Me siento muy feliz, hice un buen trabajo.
¿Cuál ha sido su relación con Kim Phuc?, ¿Aún está en contacto con ella?
Kim Phuc es como mi hija. La llamo muy seguido para conversar y ella siempre me llama "tío Nick".
Siempre le pregunto cómo se siente, cómo está su familia. Siempre la visito cuando voy a Toronto, donde ella vive. Siempre me hace feliz verla.
¿Cuál es su trabajo actual como fotógrafo?
Soy fotógrafo de AP en California y hago de todo un poco, deportes, Hollywood, lo que venga.
¿Enseña fotografia?
He visitado muchas universidades para hablar de mi experiencia y la foto de Kim Phuc. No sólo en Estados Unidos sino en el extranjero. También viajo cada dos años a Hanoi para enseñar fotografía. Incluso los niños me conocen muy bien, aunque no vivieron la guerra, me abrazan, me llaman héroe.
Muchos fotógrafos me piden consejos, algunos antes de ir a Irak. Yo les recomiendo qué tipo de cámaras llevar, que no sean demasiado pesadas, qué tipo de lentes. Antes yo siempre cargaba cuatro cámaras, para no quedarme sin película. Hoy no es necesario, con cámaras digitales, que además son más livianas, se pueden llevar solo dos cámaras y un par de lentes.
¿Tiene hijos?
Dos, un varón, de casi 25, y mi hija, de 23. Les compré todo el kit, pero no les gusta la fotografía, toman fotos para divertirse, tienen sus trabajos, lo que ellos decidan, la vida de un fotógrafo no es fácil, hay mucha competencia hoy con todas las cámaras digitales, la vida de un fotógrafo freelance es difícil.
¿Cómo ve su misión como fotógrafo?
La misión de un fotógrafo en Vietnam era crucial. No es como la guerra de Irak, por ejemplo, donde los medios estaban más controlados.
En Vietnam podíamos viajar a donde quisiéramos y se tomaron fotos como los del los ataques con napalm, o esa famosa foto del momento en que matan a un hombre sospechoso de ser del Vietcong de un tiro en la cabeza.
En la guerra de Vietnam nadie chequeaba tus fotos, hoy te piden que les muestres las fotos que tomaste. En Vietnam podíamos pasar de un frente a otro, ir al Vietcong, nadie controlaba a los medios, hoy te dicen que no estás autorizado a tomar fotos de restos de soldados.
Cuando la gente en cualquier parte del mundo ve su foto. ¿Qué es lo que usted espera que sientan? ¿Qué desea que la imagen transmita?
La gente todavía hoy me dice, Nicky, tomaste la foto del siglo XX, aún hoy es una foto muy poderosa.
Quiero que cuando la gente vea esa foto entienda que no quiero más guerras en el mundo. Hay que acabar con las guerras. No debe haber más fotos de quemaduras de napalm. No sólo hablo de la guerra de Vietnam. No debe haber ninguna guerra. En Irak muere gente cada día. Es muy triste.
Nick y Kim.

LA NIÑA DE LA FOTO
Kim Phuc con su hijo Thomas. Foto: Joe McNally.
Kim Phuc vive ahora en Canadá, desde donde conversó con Alejandra Martins de la BBC.
¿Cómo recuerda aquel 8 de junio de 1972, día del ataque con napalm?
Siempre recuerdo ese día. Nos habíamos refugiado con mi familia, vecinos del pueblo y soldados en el templo. Habíamos almorzado, cuando vimos el humo amarillo despedido por los aviones para marcar el blanco de un bombardeo.
Nos dimos cuenta de que iban a atacar el templo. Los soldados, survietnamitas, nos dijeron que debíamos salir, primero los niños.
Comencé a correr con los otros niños. Veía que el avión volaba cada vez más bajo y más cerca, cuando de pronto lanzó cuatro bombas.
Sabía que debía seguir corriendo, pero era una niña, y cada tanto me detenía a mirar. Repentinamente escuche las explosiones, y me vi rodeada de fuego, estaba por todas partes. Sentí el fuego en mi brazo izquierdo. Recuerdo que pensé, ¡oh, no! tengo quemaduras, ¡ya no seré normal! Estaba tan asustada. Mis ropas se consumieron con el fuego. Agradecí a Dios que mis pies no se habían quemado, y pude seguir corriendo.
Huí del fuego y recuerdo que pude ver a mis hermanos y a mi primo, sólo corríamos y corríamos. En un momento estaba tan exhausta que no pude más y me detuve. Uno de los soldados me dio agua para beber. Yo gritaba, nam ua, nam ua, en vietnamita, que significa, demasiado caliente. El soldado tenía una cantimplora con agua y la vertió sobre mi cuerpo. Ahora sé que no debía hacer eso, pero él intentó ayudarme.
En ese momento me desmayé y ya no supe más nada, hasta que me desperté mucho, mucho después en un hospital.
Hay otra famosa fotografía de ese día que muestra a su abuela corriendo cargando a su primo de tres años, inconsciente y con la piel negra y despellejada de las quemaduras. ¿Qué pasó con su familia?
Ese día perdí a mis dos primos, uno de nueve meses y otro de tres años. Mi tía, la madre de los niños, sufrió graves quemaduras en un brazo y una pierna. Ella aún vive en Vietnam.
¿Quién le llevó al hospital?
Supe posteriormente que después de quedar inconsciente quien me llevó al hospital fue el "tío Ut", como yo llamo a Nick Ut (el fotógrafo vietnamita de la agencia Associated Press que capturó la famosa imagen).
Me llevó en su auto. Mis padres no estaban allí. Ellos corrían detrás de nosotros y no pudieron atravesar el fuego, así que debieron regresar al templo.
Permaneció en el hospital durante 14 meses, y fue sometida a 17 operaciones de injertos de piel ¿Cómo enfrentó esto una niña de nueve años?
Fue terrible. Era tanto el dolor y la picazón. Estaba discapacitada, mi brazo, mi mano, mi axila, mi cuello, se contrajeron, y tenía que hacer ejercicios cada hora, cada día, y toda vez que lo hacía el dolor era enorme.
No quería hacerlo, pero mi mamá me alentaba, y todos los miembros de mi familia, siempre que podían venían a ayudarme.
Sufrí mucho con el dolor físico, además de las pesadillas frecuentes, del trauma.
En su libro "La niña de la foto", Denise Chong relata los baños de cada día en una solución especial
Eso fue muy difícil para mí. Era muy doloroso porque las enfermeras tenían que colocarme en esa bañera y cortar la piel muerta. Debían hacerlo para prevenir una infección.
Recuerdo esos baños cada mañana. Llegaba un punto en que ya no podía aguantar más el dolor y me desmayaba. Y eso me pasaba casi todos los días.
¿Antes del ataque con napalm, qué experiencia tenía de la guerra?
Sabía de la guerra, oía hablar de ella, pero nunca se me había aparecido. Teníamos todo, mi mamá tenía un restaurante, mi hermana era maestra.
Cuando volvía de la escuela, entraba a mi casa, grande y preciosa y me sentía como una princesa entrando a su palacio.
Pero de repente llegó la guerra, y se lo llevó todo. Lo llevó todo.
¿Cuáles eran sus sentimientos respecto a aquellos que lanzaron el napalm?
Sufrí tanto dolor, pesadillas. Todo eso fue generando en mí una carga de odio, ira, resentimiento. Me preguntaba, ¿por qué a mi?
Pero ahora le agradezco a Dios, que cuando me hice cristiana y me acerqué a Jesús, mi fe realmente me ayudó y recé para que Dios me ayudara a liberarme de esos sentimientos.
Odiaba a todo el mundo, no quería seguir viviendo. Pero al rezar, Dios me ayudó y mi fe me llevó a otra etapa. Pude cambiar el significado para mí de lo que sucedió y puedo vivir con alegría, paz en mi corazón, esperanza y perdón. Me doy cuenta de que Dios tocó mi vida.
Y pude salir al mundo y ayudar a otras víctimas.
Antes de ello, vivía en aquella batalla interna y oscuridad. Nadie puede ser feliz así.
Ahora vivo en el presente, y tengo una familia maravillosa.
¿Usted vivió en Cuba cerca de seis años, que recuerdos tiene?
Tengo muchos, muchos recuerdos de Cuba, mucha gente que me ayudó, como mi familia adoptiva, mami Nuria y papi Manolo, ellos me querían mucho, y yo pude aprender español, fue magnífico, quiero mucho a Cuba, el país es muy lindo y la gente muy amable, amistosa.
Allí me casé con mi marido, vietnamita, tengo muy buenos recuerdos. No quiero perder mi español. Tengo deseos de, algún día llevar a mis hijos Thomas y Steven a Cuba, para que conozcan a mi familia adoptiva y a mis amigos. Hablan un poquito de español porque yo les enseño, cada día les enseño una palabra nueva
¿Cuál es la misión de la fundación Kim Phuc?
A través de la fundación ayudamos a niños en todo el mundo que son víctimas de guerra.
Y como embajadora de buena volunta de UNESCO, mi misión es difundir un mensaje de paz.
¿Qué siente al ver que la foto de Kim Phuc corriendo desnuda a los 9 años sigue siendo vista una y otra vez en todo el mundo?
Creo que es una imagen terrible, porque en ella podemos ver cuán atroz puede ser la guerra. No hay que decir mucho. Cualquiera que vea esa fotografía puede ver la profundidad del sufrimiento, la desesperanza, el dolor humano de la guerra, especialmente para los niños.
Los niños necesitan cariño y alegría, no acabar corriendo así.
Cuando veo esa imagen una y otra vez, le agradezco a Dios que el "tío Ut" congeló ese momento de la historia con su fotografía, y permitió que las próximas generaciones vieran lo que puede ser el horror de la guerra.
Me siento feliz de que la gente pueda ver ahora otra fotografía de mi vida, adulta, en la que se ve amor, esperanza y perdón.
La gente puede ver con estas imágenes que puede elegir algo mucho mejor que la guerra.
Podemos elegir entre el bien y el mal porque tenemos libre albedrío. Y si elegimos el mal sabemos las consecuencias.
Treinta años después de la guerra, cuando piensa en las víctimas, 58.000 estadounidenses, 2 millones de vietnamitas, ¿qué siente respecto a su país?
Vivimos miedo, desesperación y sufrimiento. Treinta años después hay mucho por hacer, pero veo a la nueva generación y creo que nos espera un futuro maravilloso.
Siempre rezo por mi país. Creo que debemos recordar lo que pasó, pero debemos seguir adelante y hacer lo mejor que podamos por nuestro futuro y por nuestros niños.
Es hora de sanar y enfocarnos en una vida mejor.

* Los textos entre paréntesis son del autor del blogs.
* Este trabajo fue publicado en el blogs de yahoo Camara en Mano el 31 de mayo de 2007. 
* Hace 40 años que Nick apretó el obturador en el momento preciso.
                 




miércoles, 6 de junio de 2012

EL LUNAR DEL SOL


El espectáculo fue a escala mundial. En los cinco continentes tuvo millones de espectadores, profesionales, aficionados y curiosos. Cada cual buscó la forma para no perdérselo y tratar de ser testigo ocular del hecho, porque hasta 105 años después no sucederá algo similar.  Venus se interpuso entre la Tierra y el Sol, realizando un  tránsito por la superficie del Astro Rey, tapando aproximadamente 1/30 veces el diámetro solar. Es como si el Sol tuviera un lunar. Los fotógrafos actuales teníamos un reto, si nos perdíamos fotografiar la noticia ya no sería posible en nuestras vidas. A las 5 y 30 de la tarde, en compañía del colega Yander Zamora nos fuimos al muro del Malecón, cerca de B en el Vedado, con el objetivo de apostarnos para la ocasión. El hecho según los especialistas sería visto a partir de las 6 y 4 minutos de la tarde. Ingenuos nosotros, llevábamos en nuestras mentes los bellos crepúsculos donde el Sol se pone como yema de huevo frito. Emplazamos encima del muro el trípode y fue cuando nos percatamos que no tenía la mejor calidad para soportar el objetivo Nikkor 300mm, AF, ED con su respectivo multiplicador. Seguimos en el empeño y cuando primero montamos una cámara Nikon D90, fue que nos dimos cuenta que el Sol a esa hora seguía intenso, fuerte, como escupiendo llamas de calor hacia la Tierra. El filtro del lente no era lo suficiente. Las manecillas del reloj no se detenían y solo nos quedaban diez minutos para el momento tan esperado. Sin dudar, cambio brusco de la situación. Buscar un lugar en la zona con cristales oscuros que nos sirvan de filtro. No dudamos entrar al mercado de Galerías Paseo y en el pasillo en espiral, utilizando los cristales de su fachada, emplazamos de nuevo todo el equipo, las primeras pruebas y cuando ya todo parecía estar listo, el agente de seguridad del lugar. Qué hacen, preguntó y la respuesta no se hizo esperar. ¿Coordinaron con la gerente? y le explicamos que por la premura lo haríamos después de consumado el hecho. A la hora fijada el obturador comenzó a funcionar y en medio de la realización, aparece el jefe de seguridad del establecimiento. Explicación del agente, nuestra argumentación y la invitación a que lo acompañe a la oficina de la gerente. Mientras Yander continúa la tarea. Identificación de por medio ante la mujer-dirigente y la argumentación de nuestro trabajo, todo quedó saldado. Al regreso a la posición, las fotos aún no nos complacían, desmontamos la D90 y colocamos la D300s, pusimos el enfoque manual en infinito, trabajamos la cámara en modo manual también con una velocidad de 8000 y un diafragma en 32f, así como en la más baja sensibilidad. Era un reto mirar al Sol para hacer las fotos porque encandilaba y apenas podíamos fijar la vista por largo rato. El obturador no cesó sus funciones y el mayor premio es que la imagen ocupó un espacio en la primera plana del periódico Granma en la cabeza del lateral derecho. El esfuerzo no fue en vano. Ahora se repetirá el lunar del Sol el 11 de diciembre de 2117.

lunes, 4 de junio de 2012

ECONOMIA VERDE


Nuestros Cinco Héroes prisioneros del Imperio también son defensores del Medio Ambiente. Ellos luchan contra el terrorismo, por un mundo mejor, libre de guerras…recuerdo la foto de Gerardo con el pajarito posado en su cabeza y a Tony con sus bellos dibujos de las mariposas, por solo citar dos ejemplos. Este año el Día Mundial del Medio Ambiente tendrá por sede a Río de Janeiro en Brasil con el tema de una Economía Verde. En ese mismo país hace 20 años, en la Cumbre de la Tierra, en uno de sus discursos más cortos en su historia de orador, Fidel expresó que “una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre” y concluyó: “Cesen los egoísmos, cesen los hegemonísmos, cesen la insensibilidad, la irresponsabilidad y el engaño. Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo”. La fecha de celebración de estos eventos anuales organizados por la ONU, fue establecida el 15 de diciembre de 1972 por la Asamblea General de Naciones Unidas, iniciándose en la Conferencia de Estocolmo en Suecia, con el tema central del Medio Humano. Con estas humildes fotos quiero provocar una reflexión entre quienes debemos convertir el tema del Medio Ambiente en una acción de todos los días y darlo todo por preservar estas riquezas de nuestro país. 


viernes, 1 de junio de 2012

LOS QUE MAS SUFREN


Verónica se levantó temprano como de costumbre. Hoy no pudo asistir al círculo infantil por la lluvia que cubre toda la ciudad desde horas de la madrugada. El locutor de Radio Reloj hace referencia al Día Internacional de la Infancia y vuelvo a mirar a la pequeña niña de cuatro años que tengo al pie de mi cama, tratando de que me levante para conversar conmigo. Desde que ocupaba el vientre de su madre recibió los cuidados y atenciones médicas requeridas. Vino al mundo en el mismo hospital de maternidad donde nací hace más de 50 años. Parto seguro, inmunidad al recibir 13 vacunas. Ya guarda con recelo el uniforme, el pomo de agua, la mochila y otros utensilios necesarios para cuando se incorpore a la escuela primaria. Por mi memoria corre la imagen de los hijos de Encarnación y Concha, la familia más humilde de la cuadra donde crecí. Vivían en una cuartería de piso de tierra. Los varones siempre andaban sin zapatos. Los padres eran semianalfabetos. Pasado los primeros años de la Revolución, fueron beneficiados con una casa de mampostería en un reparto construido por combatientes del Ejército Rebelde y que llevó por nombre Viviendas Campesinas. Raquel, la hija mayor es una destacada costurera y madre de familia que desde muy temprano tuvo que sustituir a su mamá. Lázaro recorrió el mundo con la flota mercante cubana y Bárbaro siguió al padre que se destacaba en las labores manuales y domina con ligereza el oficio de carpintero.  A mediados de los 80 conocí a un niño angoleño de nueve años, conocido popularmente por “El Ruso”, que noche tras noche ponía en juego su vida al violentar el perímetro de seguridad de un campamento militar en Huambo por llegar hasta los latones de la basura, donde se depositaban diariamente los residuos de comida. En el mundo mueren anualmente por hambre cerca de cinco millones de niños. Hay 2,2 millones de menores viven por debajo del umbral de la pobreza. Según un informe de la UNICEF difundido en Paris, cerca de 13 millones de niños padecen pobreza relativa o privaciones en los países de Europa. A finales de octubre de 2005 en Pakistán, una joven doctora cubana, recién llegada para brindar ayuda solidaria a las víctimas del devastador terremoto, fue convidada por una niña para que la acompañara hasta detrás de una pared destruida. Primero la duda y después la decisión de saber que le quería mostrar con tanto interés la pequeña. Cual no fue su asombro cuando descubrió a un pequeño cobijado cerca de un madero con la pierna derecha deshecha de la pantorrilla hacia abajo. Primeros auxilios, evacuación hacia el hospital de campaña más cercano. Salón de operaciones, amputación. Meses más tarde, el propio niño regresaba al aeropuerto de Islamabad caminando con soltura con ayuda de las muletas y estrenando sus pasos con el dominio de una prótesis implantada en Cuba. En Sri Lanka tras el paso del Tsunami de diciembre del 2004, muy cerca del “Tren de la Muerte” donde murieron miles de sirilankeses, un oso de peluche, que perteneció a un niño, soportaba el peso de un gran árbol doblegado por la naturaleza. En Puerto Príncipe, Haití, muchos fueron las familias que perdieron a sus hijos y muchos hijos quedaron huérfanos. En sus caritas se puede ver la huella de lo vivido. Cuando hemos sido testigo de estas realidades apreciamos con mucha más entereza la obra de la Revolución con sus defectos y virtudes. Y me enorgullesco de las declaraciones dadas por José Juan Ortiz a nuestra colega Margarita Barrios de Juventud Rebelde cuando dijo que “Cuba es el único país en desarrollo que puede celebrar el Día Mundial de la Infancia con una fiesta, porque no hay ningún niño excluido (…) Los cubanos se pueden sentir orgullosos de lo que tienen. Y dirigiéndose a las niñas y niños cubanos expresó: “Que sepan el tesoro que tienen, porque  muchas veces no lo valoran en toda su dimensión. A veces, cuando tienes algo, no le das el valor que merece. La protección de la infancia se vive en Cuba, no me lo tiene que contar nadie, la he vivido y me siento orgullosísimo de haber participado en el desarrollo de este proyecto social.”