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miércoles, 12 de julio de 2017

20 años después, la historia sigue viva

Anochece. La espera del momento provoca que por nuestra mente pasen veloz varias imágenes donde el protagonista es el Comandante Fotógrafo. La del rebelde con el brazo en cabestrillo en la batalla de Santa Clara y en particular una de las fotos más reproducidas del mundo, la que inmortalizó Korda en la despedida de las víctimas de la explosión La Coubre.
Pasado algunos minutos después de las ocho de la noche del 12 de julio de 1997, el tren de aterrizaje del IL-62 que lo transportó desde Santa Cruz de la Sierra, hace contacto con la pista de la Base Aérea de San Antonio de los Baños.
Taxeado el pájaro de aluminio, el primero en descender es el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés, quien representó al Gobierno Revolucionario de Cuba ante las autoridades bolivianas para el traslado, a suelo patrio, de los restos mortales del Guerrillero Heroico.
Al pie de la escalerilla su más fiel subordinado y hombre de confianza asume la posición de firme y con el saludo militar comienza el homenaje al Che y al resto de los cuatro guerrilleros que le acompañan, en la tierra por la cual estuvo dispuesto dar hasta su propia sangre.
Minutos después, en la explanada cercana a la torre de control ante la presencia de Fidel y Raúl; de familiares, Ramiro emocionado pero con voz firme al rendir el parte dijo: “Comandante en Jefe, la misión de trasladar a suelo patrio los restos de Ernesto Che Guevara y cuatro de sus compañeros caídos en combate, está cumplida”.
En la propia ceremonia solemne Aleida Guevara, hija del Che, con su característico tono argentino dijo: “Hoy llegan a nosotros sus restos, pero no llegan vencidos; vienen convertidos en héroes eternamente jóvenes, valientes, fuertes, audaces”.
“Por eso es que le pedimos, Comandante que nos haga el honor de recibir sus restos; más que nuestros padres son hijos de este pueblo que tan dignamente usted representa”.
En primera instancia los osarios fueron depositados en la sala Granma del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias hasta tanto se hiciera el homenaje al Destacamento de Refuerzo como lo calificara Fidel.
Concluido el V Congreso del Partido, los días 11,12 y 13 de octubre de 1997 comenzó las Honras Fúnebres en la base del Monumento a José Martí. Mujeres, hombres y niños colmaron cada rincón de la Plaza de la Revolución. Nadie quería quedar fuera de tan significativo momento.




Al amanecer del 14 de octubre del propio año, la caravana que transportaría los restos mortales del Che y siete de sus guerrilleros, comienza el recorrido de más de 300 kilómetros por la carretera central. Treinta y ocho años después, el Guerrillero Heroico regresa a Santa Clara.
Los acordes de la guitarra de Carlos Puebla inicia su inolvidable canción y su voz inconfundible nos dejaba escuchar la primera estrofa: Aprendimos a quererte/ desde la histórica altura/ donde el Sol de tu bravura/ le puso cerco a la muerte. Así fue durante todo el trayecto de doce horas hasta el parque Vidal en la ciudad donde cayó heroicamente El Vaquerito y el tren blindado sufrió la derrota ante el empuje de la Columna 8 del Ejército Rebelde.
No hubo lugar por donde pasó la caravana que no encontráramos un pueblo desbordado de amor. En esta ciudad central los restos fueron expuestos dos días en la sala Caturla de la biblioteca provincial José Martí. Hasta allí acudieron cubanos y extranjeros de disímiles partes.























Llegó la hora de inhumación de los restos de los guerrilleros en la base del monumento santaclareño, obra escultórica nacida  de las manos de José Delarra.
Solemnidad en extremo. Una ligera humedad colmó los ojos. Los corazones aumentaron su ritmo. No había tristeza sino decoro. Todos los presentes y quienes se sentaron ante un televisor para ver la ceremonia se sintieron emocionados. Era un honor estar como testigo de tan histórico acontecimiento.




Fidel, Raúl, Ramiro y familiares tuvieron a su cargo depositar los restos de los heroicos combatientes en los nichos. El Comandante en Jefe encendió la llama eterna que los honra como hombres que aman y fundan, como hombres que merecen vida eterna.
Cuando esto sucedía en Santa Clara, en la fortaleza de la Cabaña en La Habana y en el cuartel Moncada de Santiago de Cuba se dejaban escuchar 21 salvas de artillería en honor al Destacamento de Refuerzo. También se escucharon sirenas, silbatos de fábricas y barcos por espacio de un minuto como el grito de guerra y de victoria que nos dejaron como legado.
El poeta nacional Nicolás Guillén en su poema homenaje “Che Comandante, amigo” escribió: “No por callado eres silencio” y cuando redacto estas líneas para revivir momento tan significativo para Cuba y su pueblo, no dejo de pensar y tararear la canción de Gerardo Alfonso …Después de tanto tiempo y tanta tempestad seguimos para siempre ese camino largo por donde vas…..