La paloma es el símbolo del candor, la sencillez y la
inocencia, y especialmente de la correcta paz o la armonía. Tienen gran sentido
de la orientación, siendo una de las aves que más rápido vuela, teniendo un
agudísimo sentido de la vista. Son tan pacíficas que alegorizan a la paz, según
se denomina en Wikipedia, enciclopedia libre. También es un símbolo de ofrenda
en los cultos sincréticos.
Cuando Fidel hablaba a la multitud concentrada en la
explanada de Columbia, hoy Ciudad Libertad, en Marianao, aquel 8 de enero de
1959 tras su entrada triunfal a La Habana, palomas blancas se posaron en sus
hombros. Para los religiosos sin dudas era el hombre “enviado” por el todo
poderoso y para los sin nada, quien traía la esperanza.
Treinta años después, en el mismo escenario, recordando
la fecha, unas pioneritas suben al estrado y junto al podio que ocupaba, le
ponen una paloma blanca en las manos del Comandante en Jefe, quien sin pensarlo
la libera hacia el cielo y esta, después de sobrevolar varias veces la tribuna,
se posa en el hombro derecho de Fidel y asume una posición de lujo con su buche
erguido.
Pasaron los años, llegó el momento en que los agradecidos
acompañaron a Fidel hasta su última morada, en Santiago de Cuba y las palomas
con su sentido agudísimo de la vista también lo acompañaron como escoltas perennes
del peregrinar del eterno rebelde.