Un tango bien interpretado, tanto en la música como en el
baile, llega al corazón, porque surgió entre las clases bajas de Buenos Aires y
Montevideo como una expresión originada de la fusión de elementos de las
culturas afroargentinas y afrouruguayas, auténticos criollos e inmigrantes
europeos.
Es una música eminentemente popular, rechazada y prohibida
por las clases altas y la
Iglesia Católica desde su surgimiento a mediados del siglo
XIX, por lo que se desarrolló en los barrios pobres de los suburbios, los
puertos, los prostíbulos, los bodegones y las cárceles, donde confluían los
inmigrantes y la población local, descendientes en su mayoría de indígenas y
esclavos africanos.
Fue en esos ámbitos de intimidad entre hombres y mujeres en
los que se originó el tango, a partir de una forma muy peculiar de bailar:
pareja enlazada estrechamente en un abrazo sensual, con los cuerpos y rostros
en contacto, moviéndose cada bailarín con autonomía, pero con el hombre
"marcando" y avanzando sobre la mujer, y la mujer
"respondiendo" a la marcación varonil.
Se dice que el tango se baila escuchando el cuerpo del otro.
Pero por sobre todas las cosas el tango debe ser bailado como un lenguaje
corporal a través del cual se transmiten emociones personales a la pareja.
Todo en la danza del tango está unido, las miradas, los
brazos, las manos, cada movimiento del cuerpo acompañando la cadencia del tango
y acompañando lo que ellos están viviendo: un romance de tres minutos, entre
dos personas que a lo mejor recién se conocen y que probablemente no tengan una
relación amorosa en la vida real.
Violín, flauta y guitarra o incluso, en ausencia de ésta, el
acompañamiento de un peine convertido en instrumento de viento con la mediación
de un papel fino y un avezado soplador que marca el ritmo fueron los que marcaron el comienzo y ya para el
inicio del siglo XX la flauta fue cediendo paso al bandoneón.
El tango es considerado hoy en día como uno de los
principales signos de identidad del Río de la
Plata. Es fusión cultural y su música
fusión social. Y cuando disfrutamos del tango es imprescindible un nombre:
Gardel.
Hace pocos años fue declarado, por la UNESCO con todo merecimiento, patrimonio cultural de la humanidad.
ResponderEliminarMuy acertado el artículo