Tanto spot por televisión sobre el ahorro y éste de aquí arriba no cumple, solo derrocha y cada día lo hace más. Así le dijo un veterano en camiseta y short a quien lo acompañaba por la calle San Martín en plena media mañana, cuando más arreciaba el intenso calor del mes más caluroso del año. Grandes y chicos tratan de refrescar acercándose al mar. Unos acuden hacia las playas del Este, luchando un lugar en la 400 Habana-Guanabo. Otros hacia el Oeste encaminándose hacia los círculos obreros que aún funcionan o a las playitas populares de 16 y 70 en Miramar, tratando de agenciarse un lugar en el ómnibus articulado P1 o en el “fantasmólico” rutero 8. Pero hay una población de la capital que tienen como preferencias zambullirse en las aguas del Malecón, allí frente al añejado Morro, símbolo de La Habana. En los bajos del “Gran Sofá” de la ciudad, entre riscos y pocetas, unos quieren cambiar el color bronceado de su piel, otros organizan competencias de clavados, pero sin duda, todos disfrutan a sus anchas las bondades del mar. No importa que haya ausencia de frío en la conglomerada urbe, en los bajos del muro se puede refrescar con un chapuzón.
Buen reportaje y magníficas fotos.
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