Juan Pablo II al despegar de Cuba, tras su visita en enero de 1998 dejó un "emocionado adiós a todos los hijos de este país" y los cubanos en correspondencia con ello, cuando se conoció de su muerte en el 2005, tributaron merecido homenaje encabezado por Fidel y Raúl.
La humanidad guardará un emotivo recuerdo de la incansable labor de Su Santidad Juan Pablo II a favor de la paz, la justicia y la solidaridad entre los pueblos. La visita del Sumo Pontífice a Cuba quedará grabada en la memoria de nuestra nación como un momento trascendental en las relaciones entre el Estado Vaticano y la República de Cuba. Al tiempo que hago votos por el desarrollo de las relaciones entre el Estado Vaticano y Cuba, le ruego reciba el testimonio de mi más alta consideración, escribió Fidel en el Libro de Condolencias abierto en la Nunciatura en La Habana.
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