La punta del electrodo hace contacto con el metal y rompe el arco eléctrico. A medida que la tenaza es dirigida de un lado a otro, en pequeños movimientos, el metal va fundiendo y con arte va tomando forma el cordón de la soldadura. La piqueta elimina la escoria. La mano libre levanta la careta para comprobar la calidad de lo hecho y deja descubrir un rostro femenino algo humedecido por unas pequeñas gotas de sudor que surcan su piel, protegida con overol y botas. ¿Qué dirían René Bembesolo, Felito Punto y Peñate, maestros de este oficio que ya no están, al ver una mujer soldadora?
Madelín Romero Mesa de 37 años, cuatro de ellos dedicados a esta labor que antes era terreno de hombres, es una más entre los tantos técnicos y obreros que se empeñan por modificar y modernizar la planta uno de la termoeléctrica de Santa Cruz del Norte. Todo es bullicio y un constante accionar. Se trabaja en una nueva inversión. Tener la oportunidad de escudriñar una industria cámara en mano es una oportunidad única y más para quien comenzó su vida laboral en esos menesteres. En los tiempos que escasean las fotos de este tipo en nuestros medios por la competencia de los temas de la agricultura, ONAT, impuestos, materiales de la construcción y otros, constituye un trabajo de lujo poder congelar en imágenes al obrero, a quien a brazo partido moldea el metal en aras de una mayor producción y calidad.
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