Honor al nombre del museo de arte cubano fueron las canciones interpretadas por Silvio Rodríguez en el concierto que mantuvo al público asistente en un coro gigante. Fue una noche diferente como la anunció, rompiendo el hielo con “Sonrisa de papel”, canción inédita. El patio del edificio de Arte cubano del Museo de Bellas Artes de La Habana estaba abarrotado. Apenas se podía caminar. Varias generaciones fundidas en un todo por la poesía del trovador. Jóvenes estudiantes universitarios, los tembas que ya pican los cuarenta y ta…así como los que fundaron su amistad en tierra angolana, cuando la guerra y los silviomaniáticos que lo siguen contra viento y marea. Encuentros inesperados, estrechones de manos y la alegría de poder compartir un concierto inolvidable. En el escenario, detrás del trovador, la bandera cubana con la estrella solitaria que reluce por las letras de las interpretaciones. Los chilenos presentes le vocean su cariño, el colega Javier se hizo acompañar de un grupo de argentinos. Envueltos en esta atmósfera, un joven chileno, graduado de la ELAM, me da un efusivo abrazo y expresa que me conoció cuando formó parte del contingente médico cubano que tendió la mano solidaria a Haití. Dentro de la multitud, disfrutando codo a codo con los cubanos y cubanas, Residente y Visitante de Calle 13. René Pérez y Eduardo Cabra, este último acompañado de su esposa Diana. “Ojalá” casi fue el colofón, pero todos de pie, ovacionando, lo sentaron de nuevo en la banqueta y, guitarra en mano, “Escaramujo”. Fue una noche de Bellas Artes.
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