Generaciones
de cubanos sentirán su partida. Crecieron con sus canciones y como ella misma
nos dijo, Porque tenemos el corazón
feliz, amiguitos vamos todos a cantar/ porque tenemos el corazón feliz/ feliz, feliz, feliz, feliz, feliz...
Después de
ocho décadas y 35 meses se ha marchado silenciosamente, Teresita Fernández, la maestra que cantaba a
los niños, Dame la mano y danzaremos; /
dame la mano y me amarás. / Como una sola flor seremos, / como una flor, y nada
más...
Martiana y
cristiana de pura cepa con su obra iniciada desde los cuatro años cuando cantó
por primera vez en un programa radial de Santa Clara, su ciudad natal, sus
canciones constituyeron himnos de amor y cubanía.
Sus letras
y música están premiadas del folclor campesino entre las que no faltan
musicalizaciones de textos de José Martí o Gabriela Mistral.
Patriota
por excelencia siempre se inspiró en la gran madre patria, en la naturaleza, en
el amor, Vinagrito es un gatico / que
parece de algodón. / Es un gato limpiecito, / relamido y juguetón. / Le gustan
las sardinas / y es amigo del ratón, / es un gato muy sociable, / mi gatico de
algodón.
Muchos no
renunciamos a recordarla bajo las yagrumas del Parque Lenin en La peña de los
juglares, donde fue anfitriona y marcó pautas para la cultura cubana las
mañanas dominicales, y junto a otros narradores hizo un importante aporte a la
narración oral en Cuba. Como tampoco en su andar por la vida siempre con su
mocho de tabaco cubano, de la bodega, prendido en su boca y el crucifijo de
madera en el medio del pecho.
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