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jueves, 28 de noviembre de 2013

Golpe, fuego y maniobra





















Una vez más quedó demostrado, que la fotografía militar, la de acciones de combate, se caracteriza por su dinamismo. Estar en un teatro de operaciones, aunque sea en un ejercicio estratégico, impone retos para quien empuña su arma: la cámara fotográfica.
En primer orden es importante conocer el terreno donde se realizarán las acciones bélicas, su envergadura, fuerzas y medios que se emplearán y en especial, los hombres que tendrán a su cargo la realización de las misiones.
Con este conocimiento previo, el fotorreportero tiene la oportunidad de seleccionar, de acuerdo a sus posibilidades, los equipos más idóneos a emplear y no tenga después que lamentarse por exceso en el peso, que al final, estorba el movimiento.
Estar ubicado en el lugar adecuado y con los medios más idóneos para garantizar una buena imagen, es un privilegio. Pero a ello hay que añadir el estar preparado psicológicamente para lo que en breve se escenificará ante su vista.
Antes de apretar el obturador, el fotorreportero debe hacer uso de sus conocimientos fotográficos para lograr un buen encuadre, una buena utilización de la luz y una velocidad acorde con los ritmos que le imponen las acciones.
Además, debe adaptar el oído a las detonaciones de las cargas explosivas utilizadas, así como en los tiros de las distintas armas para no dejarse sorprender y poder lograr una fotografía que refleje en toda su dimensión la realidad vivida.
La semana pasada tuve la oportunidad de retomar, después de muchos años, este tipo de fotografías, las cuales quiero compartir con ustedes y en particular como testimonio de la preparación que tienen nuestros combatientes permanentes y reservistas en aras de la defensa del país.




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