Una vez más quedó demostrado, que la fotografía militar, la de acciones de combate, se caracteriza por su dinamismo. Estar en un teatro de operaciones, aunque sea en un ejercicio estratégico, impone retos para quien empuña su arma: la cámara fotográfica.
En primer
orden es importante conocer el terreno donde se realizarán las acciones
bélicas, su envergadura, fuerzas y medios que se emplearán y en especial, los
hombres que tendrán a su cargo la realización de las misiones.
Con este
conocimiento previo, el fotorreportero tiene la oportunidad de seleccionar, de
acuerdo a sus posibilidades, los equipos más idóneos a emplear y no tenga después
que lamentarse por exceso en el peso, que al final, estorba el movimiento.
Estar
ubicado en el lugar adecuado y con los medios más idóneos para garantizar una
buena imagen, es un privilegio. Pero a ello hay que añadir el estar preparado
psicológicamente para lo que en breve se escenificará ante su vista.
Antes de
apretar el obturador, el fotorreportero debe hacer uso de sus conocimientos
fotográficos para lograr un buen encuadre, una buena utilización de la luz y
una velocidad acorde con los ritmos que le imponen las acciones.
Además,
debe adaptar el oído a las detonaciones de las cargas explosivas utilizadas,
así como en los tiros de las distintas armas para no dejarse sorprender y poder
lograr una fotografía que refleje en toda su dimensión la realidad vivida.
La semana
pasada tuve la oportunidad de retomar, después de muchos años, este tipo de
fotografías, las cuales quiero compartir con ustedes y en particular como
testimonio de la preparación que tienen nuestros combatientes permanentes y
reservistas en aras de la defensa del país.
Tienes imagenes sorprendentes y muy buenas, felicidades por tan buen trabajo.
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