1979.- Una niña de trenzas copiosas, afincada a su muñeca, sube decidida la guagua Girón y ocupa un lugar en el último asiento. Todo es nuevo para ella. Sus labios no dibujan sonrisa. No conoce a los otros niños que muy juntitos se van colocando. A su lado un pequeño maletín sobre cargado de ropa y aseo, así como la almohadita con la cual queda dormida cada noche. Solo cinco añitos. Es primera vez que nos separamos. Quizás esa noche apenas concilió el sueño. Enrique Villuendas la escuela primaria. Preescolar el grado. Tarará el destino. Hasta sexto grado, año tras año fue más de una vez a éste campamento pioneril.
2012.- Otra niña de trenzas copiosas, al despertar, declaró que desde anoche estaba nerviosa. Muy temprano en la mañana tomó su desayuno y sin perder un instante los muñequitos de la TV, dejó que la madre le ajustara el uniforme. Cientos de niñas y niños de todas las razas poblaron en sendas filas el patio central de la escuela. Cantaron el Himno Nacional. Hubo poesía y baile español hecho por niños y para los niños. El aula, el pupitre, los libros, la base material de estudio. Los padres se organizan para el apoyo, que si un poquito de pintura, ya las cortinas están, algo en CUP para ayudar a la limpieza, otro poco en CUC para tratar de comprar un ventilador, hace calor en el local. Uno de los presupuestos más grande del Estado cubano es dedicado precisamente a la Educación. La niña sonríe. Hay amiguitos del círculo infantil. Ya hizo otras amistades. El pequeño de la derecha le ofrece una galleta de soda. Comenzó la escuela…
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