El sábado me cruzo en la calle con una vieja conocida. Sentí alegría por verla. “Ya estoy retirada, me busco un trabajito por aquí, otro por allá, ya sabes, para sobrevivir un poco más holgada y dedicarme más tiempo a mi, pasear y divertirme en lo que quiero. ¿Y tú ya te retiraste?”. Nooooooooo que va, aún sigo trabajando en el mismo lugar, respondí. Cuando nos despedimos y seguí mi camino, comienzo a reflexionar en la pregunta que me hizo. Unas horas después mi pequeña nieta, con una pose desafiante ante mis ojos me confiesa: “Te estás poniendo viejo”. Y cuando le pregunto como me ve ella, enseguida respondió, “joven abu, joven”. Después de estos dos diálogos me percato que ya estoy incluido en el 18 % de la población cubana que tiene 60 o más años de edad. La población cubana se envejece y está pronosticado que para el año 2050, nuestro país será uno de los más longevos del mundo. Hace unos días estuve en un encuentro de centenarios en el Hotel Nacional y cuando testimonié a esas mujeres y hombres, negras y blancos me percaté que aún soy un niño de teta y que para optar por el club de los 120 años, hay que cuidarse como gallo fino.
Graciela Caña Pérez-Puella con sus 102 años posó sus delicadas manos en el teclado de un piano del hotel y al buscar su propia melodía no escatimó en decir: "Este piano está desafinado".
Juanita Valdés Valdés tiene 107 años y es atendida en el Hogar de Ancianos Anexo Santovenia en el Cerro, en la capital.
El guantanamero Mariano Rodríguez Rivera tiene 102 años.
Blanca Contreras tiene 103 años y trabajó como costurera.
Arcadio Radillo Arolas con 103 años es fiel al equipo de pelota de Industriales.
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