La calle Obispo, arteria principal de la Habana Vieja, con el ir y venir constante de nacionales y extranjeros, es como río desbordado una tarde de sábado. Los comercios colmados de clientes o simples curiosos que miran y miran como si nunca encontraran lo que le satisface. Los bares donde algunos se refrescan con una fría cerveza al compás del son cubano, la heladería ofertando las ricas paletas revestidas de chocolate o el cocolacé, todo en moneda nacional y la feria de artesanos con sus típicas ofertas. Por encima de la multitud sobresale una pancarta de tela en inglés y español que es girada de un lado a otro por un hombre sencillo, de pueblo, que sin apenas mover sus labios para expresar palabra alguna dice mucho a los transeúntes con su actuar. Al frente dos banderas cubanas y entre ellas, cinco rostros. A la espalda pequeñas citas de personalidades mundiales dirigidas a Obama, el presidente de los EEUU, pidiéndole la liberación de los Cinco cubanos injustamente presos en cárceles norteamericanas. Es el vivo ejemplo del reclamo del pueblo cubano: JUSTICIA.
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