El rodeo recorría Cuba de
punta a cabo, como lo hacían los circos y los parques de diversiones. En mi
pueblo, aprovechando las gradas, las estructuras siempre se ubicaban en el
terreno de pelota del club deportivo. Allí en su momento pude apreciar la
maestría de Poppy Cross, extraordinario acróbata a caballo, así como la
monta de un ejemplar negro que llevaba
por nombre “Furia” y de mucha fama por cerrero, por un guajiro de Mula Quieta.
El primer Rodeo de la historia se celebró el 4 de Julio de 1883, en Texas, EEUU
por la competencia
entre los vaqueros durante los trabajos de arreo del ganado para llevarlo de un
lugar a otro, contarlo y marcarlo. En nuestro país dieron continuidad a las corridas
de toros que se efectuaban principalmente en las plazas de La Habana, Cienfuegos, Pinar
del Río y Camagüey. La Feria Agropecuaria
de Boyeros estuvo de fiesta campesina y ganadera. Apenas se podía dar un paso
por la cantidad de espectadores. Ejemplares de todos tipos y razas se fundían
con el público. Diversidad de sombreros que identificaban a los hombres de
botas vaqueras y espuelas. Rodeo internacional del bueno. Gradas colmadas de
familias con sus hijos. Los seguidores de este deporte fuerte se encargaron de
premiar a mujeres, hombres y hasta niños que pusieron a prueba su destreza en
el dominio de caballos, novillos y toros. El rodeo cubano vive y hace vivir.
domingo, 21 de abril de 2013
martes, 9 de abril de 2013
LOCOMOTORA DE ALTOS QUILATES
Hace más de tres años está inerte, disfrutando de la sombra
de un árbol frondoso en el parque del Agrimensor a un costado de la Terminal Central
de Ferrocarriles en La Habana. La
conozco desde mi niñez cuando de la mano de mi abuelo Machin, me deleitaba con verla
pasar de un lado a otro arrastrando carros cargados de la dulce gramínea con
destino al basculador del central azucarero y sacando rumbo al patio del
ferrocarril los vacíos. En su tiempo fue la
locomotora en activo más antigua de América. Fue la máquina de vapor más
antigua en Cuba y el continente que aún
se mantenía en activa labor. El certificado de nacimiento de la
locomotora es de Filadelfia 1878.
A su llegada a La Habana, después de salir de la fábrica Baldwin,
fue empleada en el acarreo de pasajeros entre Regla y Casablanca. Después fue a
parar al ingenio Averhoff en Aguacate, actual provincia de Mayabeque. En la
primera década del Siglo XX, al desaparecer este ingenio, pasó al central
Rosario, más tarde renombrado con los años como Rubén Martínez Villena. A
finales de la década del 60, en mis inicios como obrero, la conocí de cerca.
Trabajé en el taller de reparaciones de locomotoras del Villena como aprendiz
de soldador. Conocí de la maestría de los mecánicos, paileros y soldadores por
mantenerle la vitalidad. En la zafra del 1970 bastantes veces que corrí junto a
ella de un lado para otro, cumpliendo turno de retranquero, por necesidad
propia del momento. En algún instante con la supervisión de Jorge Pargas, alias
el Gato, maquinista, hasta me atreví a inyectar arena en el carril para romper
la inercia y salir a paso forzado con el carro enganchado. Hasta de fogonero
asumí y bastante carbón que había que palear para mantener el combustible que
la hiciera funcionar. Carbón y agua son sus energías principales. Ahora que
retornó a los periódicos la información de zafra, cuando se habla que se
incumple el plan de la contienda por diferentes razones o justificaciones,
recuerdo que un viejo conocedor del tema al ver una mesa redonda, cuestionó lo
dicho por los especialistas, pero también me viene a la mente el encomiable
trabajo desarrollado por esta pequeña locomotora en sus años de vida activa en
función de la industria azucarera.
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