La historia se repite. Confección de complicados trajes,
donde se pone en función gran parte de la familia. Unos buscan el textil
idóneo, otras se encargan del trazo y corte preciso para lograr el diseño
adecuado. Cada sábado la clase. Irina la profesora exigiendo que cada paso o
movimiento, lleve toda la soltura que exige esta danza que engloba movimientos
muchísimo más amplios y completos que sólo los llamativos movimientos del
vientre.
Se han presentado en varios lugares, el último en el
teatro Mariana Grajales de 10 de octubre. El movimiento danzario en torno a la
Danza Oriental o popularmente conocida como Danza del Vientre, ha llegado para
quedarse porque se caracteriza
por sus movimientos suaves y fluidos, disociando y coordinando a la vez las
diferentes partes del cuerpo centrando la atención principalmente en la cadera
y el vientre.
En los últimos tiempos esta modalidad ha ganado mucha
popularidad y nos permite acercarnos a una cultura milenaria que
tiene sus orígenes en la tradición oriental.
Vivo una vez más la etapa de “la artista de la familia”.
Primero fue su mamá con las clases en los talleres de danza contemporánea en el
antiguo Liceo de La Habana y las presentaciones en diferentes escenarios. También
la confección de los trajes, la compra de las telas, zapatillas, leotar… en
fin, hasta maquillistas se desdoblan las madres.
Es una etapa linda que la familia se empeña por el éxito
de la futura artista que de seguro, cuando crece y se proyecta, quizás cambie
sus aspiraciones o por el contrario se logre una nueva protagonista del arte.