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jueves, 22 de diciembre de 2011

HONRRAR HONRRA


Mucho he lamentado que la libreta electrónica me falló. Después de más de diez años me colgó con todos los teléfonos de trabajo y personales. No tengo como llamar a Justina Manresa a Alamar. Ya suma más de 85 años de vida y sigue imbuida de ese fervor revolucionario que supo impregnarme en sus clases. La recuerdo en la primaria Alfonso Couto en Aguacate, impartiendo enseñanza en el 5to grado. Con frecuencia vestía el uniforme de miliciana y con elegancia el de alfabetizadora. Ferviente revolucionaria sabía traer al aula, con maestría,  los valores de la Revolución triunfante. Alicia Centelles fue otra de las que me educó en sexto grado en la propia escuela. Mulata alta, de carácter fuerte y dominante tenía pleno dominio de quienes desde nuestros pupitres además de estudiar, siempre estábamos pensando en hacer una maldad para agenciarnos la gracia de las chicas. Juan Guillermo también dejó sus huellas. Primero en el aula montada en la sala de su propia casa para repasar en tiempos de receso escolar, al igual que Agustico en la suya. Pero Juan Guillermo además fue mi maestro de sexto grado y después director de la escuela secundaria básica Fructuoso Rodríguez. Movilizaciones en el plantel para cuidarlo de cualquier sabotaje o agresión durante el cambio de presidente en EEUU. Recogida de pangola, la primera Escuela al Campo en Zenea, San José de las Lajas y los encuentros deportivos inter centros donde recuerdo uno muy peculiar que fue cuando teníamos por cronograma uno de voleibol en Santa Cruz del Norte y al no existir transporte alquilamos dos máquinas de la Anchar (taxis) y después del retorno le dijimos a los chóferes que pasaran al otro día por la escuela a ver al director (Juan Guillermo) que le pagaría el viaje. Muchas fueron las vicisitudes de mi trayectoria como estudiante pero de lo que si puedo estar orgulloso es de tener los maestros que tuve y de recibir de ellos, junto a los de la familia, los valores que me impregnaron en mi formación, los cuales me han  permitido sortear los avatares que me ha impuesto la vida como persona, padre de familia y profesional.

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